Mi lista de blogs

martes, 4 de enero de 2011

¿Dejar de hacerlo?

Antes de que te dejes de hacer daño, Alderman (1997) sugiere hacerte a ti misma(o) las siguientes preguntas. No es necesario poder contestar afirmativamente todas las preguntas, pero las más que puedas lograr, será más fácil dejar de auto-lesionarte

** Tengo una red de apoyo emocional sólido de amigos, familia y/o profesionales que puedo utilizar cuando tengo la necesidad de hacerme daño.

** Hay por lo menos dos personas a las que les puedo hablar si me quiero hacer daño.

**Puedo hablar sin sentirme muy incómoda(o) de la autolesión con al menos tres personas

**Tengo una lista de al menos 10 cosas que puedo hacer en lugar de lastimarme.

** Tengo un lugar a donde ir si tengo que salir de mi casa para no tener que hacerme daño.

** Siento la confianza en mi misma(o) de poder deshacerme de los utensilios que me pueden servir para hacerme daño

** Ya les dije a por lo menos dos personas que voy a parar de autolesionarme

** Estoy dispuesta(o) a sentirme perturbada(o), asustada(o) y frustrada(o).

** Tengo la confianza en mí misma(o) de que puedo pensar en hacerme daño sin llegar a hacerlo.

** Quiero dejar de hacerme daño.


Si no estás lista o listo, no importa, lo estarás en el momento que sea el indicado para ti.
Si te sientes preparada(o) para dejar de hacerte daño, a continuación hay varias ideas de cómo lograrlo.

¿Cómo empiezo a dejar de hacerme daño?

Hay varias estrategias que se pueden utilizar para cuando se está en un momento de crisis y te surge la necesidad de hacerte daño. Una estrategia que me ha funcionado es el hacer cualquier cosa que no sea hacerme daño y que produzcauna sensación intensa: agarrar hielo con la mano y apachurrarlo, tomar una ducha bien fría o un baño calientito, morder un chile verde, ponerte Vicks Vaporub®debajo de la nariz, etc. El hacer corresponder una emoción a una acción es algo que puede ser muy útil.

Estas estrategias funcionan debido a que las emociones intensas que provoca la auto-lesión son transitorias; vienen y van como olas de mar, y si logras mantenerte de pie en una de ellas tendrás la oportunidad de respirar antes de que llegue la siguiente. Las más olas que logres tolerar sin caer, lo más fuerte que te volverás.

Claro que surge la pregunta: ¿no son estas estrategias equivalentes al castigo que te impones al cortarte, quemarte, o pegarte? La diferencia crucial es que no producen resultados que perduran. Si exprimes en tu mano hielo hasta que se derrita, o si metes un par de dedos dentro de un bote de helado por unos minutos, te va a doler mucho, pero no va a dejar cicatrices. No va a dejar ninguna huella que luego tengas que explicar de donde vino. Lo más probable es que no te sientas culpable después de hacerlo, a lo mejor un poco tonta, o bien algo orgullosa de que pudiste salir de la crisis sin auto-lesionarte, pero no culpable.

Este tipo de ‘distracción’ no sirve para curar los orígenes y entender las razones de auto-lesionarte: sirve para empezar a tener una opción diferente que la quemada, la cortada, el pegarte. Estas técnicas sirven para ayudarte a sobrepasar momentos intensos y difíciles sin a la larga hacer las cosas peores. Son técnicas que te enseñan como salir de una crisis sin hacerte daño. Las vas a ir refinando, e incluso desarrollando tus propios y mejores mecanismos para disminuir la necesidad de hacerte daño y reducir el papel tan preponderante que ocupa en tu vida.

Usa estos métodos provisionales para demostrarte que puedes manejar situaciones difíciles sin hacerle daño a tu cuerpo. Cada vez que uses estas técnicas, logras que para la próxima crisis la autolesión sea una opción menos probable y tengas la capacidad de hacer algo diferente.

Tu primera tarea cuando ya hayas decidido dejar de hacerte daño es romper el ciclo, forzarte a intentar nuevos mecanismos para hacer frente a la crisis. Y es verdad que te tienes que forzar hacerlo, no llega solito. Tienes que trabajarle, que luchar, tienes que hacerte hacer las cosas de manera diferente. Cuando tomas el cuchillo, o el encendedor, o te preparas para darte contra la pared, tienes que conscientemente tomar una decisión de hacer algo diferente.

A lo mejor al principio haces algo muy ‘primitivo’, o te castigas de alguna manera, no le hace. Lo importante es que tomaste una decisión, elegiste hacer algo diferente. Inclusive aunque no logres tomar la decisión, para la próxima tienes ya la conciencia de que puedes hacer algo diferente. Y si la próxima crisis decides hacerte daño, sabrás que tú lo elegiste, lo cual implica que existe otra alternativa. Lo que logramos es quitar tu impotencia ante la situación.

Si te vas hacer daño, toma tus precauciones

Algunos aspectos que tienes que tener en mente si decides hacerte daño:

**No compartas los utensilios para cortarte: puedes adquirir las mismas enfermedad que si compartes agujas (hepatitis, SIDA, etc.)

**Mantén limpios tus utensilios

**Trata de mantener las cortadas lo más superficial posible. Ten a la mano el botiquín de primeros auxilios, y aprende qué hacer en caso de emergencia

**Haz el mínimo requerido para tranquilizarte. Pon límites. Decide cuánto te vas a permitir hacer (cuántas cortadas, quemadas, moretones, que tan profundos y severos, cuánto tiempo te vas a dedicar a lastimarte). Mantente en los límites que decidiste. Si logras esto, aunque sea vas a tener cierto control sobre tu auto-lesión.

**Si te vas a quemar, cuídate que no sea una quemada de tercer grado, ya que tendrás que ir al hospital y las curaciones son de lo peor. Mantén tus quemadas de primer o segundo grado y que sean pequeñas.


Entendiendo la necesidad de sentir el dolor

La autolesión sirve para provocar un dolor, el cual se le define como ‘dolor simulado”.
El concepto de “dolor simulado” ayuda a explicar porqué las habilidades de manejar y tolerar la angustia son tan cruciales.

De lo que he leído, compartido con otros que se autolesionan y mi propia experiencia, estoy convencida de que la razón por la que la gente se auto-lesiona es para desviar un dolor desconocido y que aterra en algo comprensible, real y concreto. El dolor interno incomprensible que se siente se hace manejable al realizar un “dolor simulado” o un “pseudo dolor”. El llamar este fenómeno un “dolor simulado” no implica de ninguna manera que no duele: duele y mucho.

Cuando los pensamientos, los recuerdos, creencias o eventos que suceden son excesivamente dolorosos, en lugar de enfrentarlos de frente y sentir el dolor ‘genuino” que provocan, desviamos la angustia que esto provoca en dolor físico, el cual podemos entender, sentir y controlar, como es el dolor provocado por la autolesión: es un dolor físico que simula el dolor real.

El dolor real que se asocia al pensamiento, al recuerdo, o al evento lo tratamos de evitar, y de manera consciente o inconsciente sentimos la necesidad y el deseo de provocarnos dolor físico. El dolor físico o simulado duele muchísimo, pero es controlable y familiar; en cambio el dolor real que estás evitando da miedo, no lo puedes definir y se entremete en tu vida y en tus entrañas, sin manera de controlarlo. A lo mejor sientes que si entras en contacto con el dolor real vas a perder control: “si empiezo a llorar, nunca voy a parar” o bien “si me enojo nunca voy a para de gritar o agredir”

Es muy fácil acudir al dolor simulado, al dolor provocado por la auto-lesión. El tratar de encontrar la fuente de tu malestar puede dar mucho miedo, ya que no sabes con que te vas a encontrar cuando desenmarañes tu sentir.

En lugar de enfrentar la raíz de tu angustia, inconscientemente la desvías lejos de tus recuerdos o sentimientos que la generaron hacia la auto-lesión. El hacerse daño es muy seductor: tu lo controlas. Conoces los límites, aun si te sientes fuera de control. Hace sentido y logra que la angustia se vaya, aunque sea por un rato.

La auto-lesión es un mecanismo muy astuto: toma lo que parece insoportable y lo transforma en algo que puedes controlar. El único problema es que cuando desvías el dolor nunca te enfrentas a él y por lo tanto nunca se va a disminuir su intensidad. Regresa y regresa y tienes que seguir cortándote o quemándote.

Vas a tener que enfrentarte a lo que es insoportable si quieres en algún momento que ya no tenga tanto poder sobre ti. Cada vez que logres enfrentarte cara a cara con el dolor real, lo puedas sentir y tolerar, va a ir perdiendo su habilidad de tumbarte y eventualmente se convertirá en un recuerdo.

Para esto necesitas ir construyendo tolerancia a la angustia y al miedo. Tienes que ir enfrentando poco a poco (con ayuda de un terapeuta entrenado) los eventos que te han llevado hasta aquí. El ir compartiendo tus miedos, tus temores, tus vergüenzas, tu coraje, tu tristeza, vas quitándoles la fuerza de hundirte, y así poco a poco se van volviendo recuerdos de tu pasado y no enemigos de tu presente.
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario